Cotorra del sol (Aratinga solstitialis): Un arcoíris con alas

Si alguna vez has visto un pájaro que parece haber caído en un bote de pintura de colores vivos, probablemente era una Aratinga solstitialis, mejor conocida como cotorra del sol. Y con ese nombre, no podía ser menos espectacular: un plumaje amarillo brillante como el sol, con toques de naranja intenso, verde y azul que la hacen imposible de ignorar. ¡Es básicamente un loro versión neón!

Esta belleza emplumada es originaria de Sudamérica, principalmente de zonas boscosas de Brasil, Guyana y Venezuela. Allí se pasa el día volando en bandadas ruidosas, porque sí, otra cosa que la define es que es escandalosa. Si la ves, seguro la oyes primero, ya que su llamada es potente y constante, ideal para comunicarse con su grupo mientras buscan comida o esquivan depredadores.

En cuanto a la comida, la cotorra del sol es una auténtica sibarita: frutas, semillas, brotes tiernos y flores forman parte de su dieta. Su pico fuerte y curvado le permite abrir hasta las cáscaras más duras sin problema. Eso sí, también es una oportunista y no duda en aprovechar cultivos si los encuentra cerca.

Como buena cotorra, es muy social y le encanta vivir en grupo. Forman parejas muy unidas y, cuando llega el momento de la reproducción, buscan huecos en los árboles para poner entre 3 y 5 huevos. Ambos padres se turnan para incubarlos y cuidar a los polluelos, que en unas pocas semanas ya están listos para dar sus primeros vuelos.

A pesar de su belleza, la cotorra del sol no lo tiene fácil en la naturaleza. La deforestación y el tráfico ilegal han reducido sus poblaciones, y actualmente está considerada como una especie en peligro. Por eso, la mejor manera de ayudar a estas cotorras es proteger su hábitat y evitar su comercio ilegal.

Así que ya sabes, si ves un destello amarillo y naranja cruzando el cielo mientras escuchas un escándalo de fondo, felicidades: acabas de encontrarte con una cotorra del sol, la estrella más colorida de los bosques sudamericanos.

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